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Vale más una pelea clara, que un acuerdo confuso.

Vale más una pelea clara, que un acuerdo confuso.

Mirian y José María son una pareja de 14 años de matrimonio, todo este tiempo han sido años de esfuerzo y de cosechar económicamente, todo por lo que han trabajado. Sus hijos son niños como cualquiera de los que conozco, uno es atlético y extrovertido, que más bien pudiera llamársele rebelde, pero tampoco es la oveja negra del mundo, el más grande es un niño sin amigos, de mal comer, con apariencia débil y de lento caminar, que solo desea mantenerse cerca de su padre, con algunos problemas para interpretar lo que lee, según la psicóloga y falta de disciplina según la madre.

Las fechas clásicas son para la familia, aunque los domingos y viernes en la noche a José María nadie le ve la pinta, al menos que no sea de espalda, saliendo por la puerta.

Mirian es una mujer profesional, con un buen trabajo, una mujer realizada, con casa propia, trabajo, un amante esposo, por la forma en que lo describe, llega a su hogar después de un largo día de trabajo, ayuda hacer tareas y aun así, tiene tiempo para ser madre activa de la junta de padres en el colegio de sus niños.

Todo es perfecto, hasta que llega la noche, la hora de estar juntos, de convertirse en pareja, este momento se trasforma en un monologo mudo, donde nadie participa y juegan, a que ya no me importan tus andanzas y mucho menos tu dejadez, sin intentar ser más que la esposa, madre de mis hijos, la mujer que quería realizarse un día y convertirte en  amante que le daba vuelta a todas nuestras fantasías.

Estas discusiones quedaron en el olvido, pero solo con el propósito de no pelear más, de traer la tranquilidad a sus vidas y su valioso hogar.

Ya a nadie le importa si Mirian y José maría no logra tener un orgasmo.

Ahí es que me pregunto, No vale más una pelea clara que un acuerdo confuso?

He visto tantas relaciones políticamente correctas, funcionales socialmente, dignos representantes de los sueños de cada mujer, en sus afueras y en el centro de ese hogar, solo existe un trato vaporoso que no se acaba de extinguir solo para decir:

“Nuestro matrimonio funciona, lo hemos logrado, hace 5 años que no sostenemos una pelea, cuando uno se enoja el otro se calla en pos del amor”

Veo personas infelices, en relaciones estables, veo gente que sus rostros dicen una edad muy diferente a la que tienen, porque sus vidas están llenas de amarguras.

Veo hombres y mujeres siendo infieles, viviendo doble vida, escondiéndose en el alcohol, jugando a ser felices en el arreglo del hogar, solo para endrogar y solapar su maravillosa vida de pareja.

¿No vale más una pelea clara, que un acuerdo confuso? Un acuerdo que les ofrezca la oportunidad de una vida nueva, una relación que llene sus vidas de alegría, de un motivo para seguir realizándose como padres y también como pareja, como seres humanos.

Un arreglo que consienta una relación de pareja, donde el disfrute de una reciprocidad, en todos los aspectos del amor y el goce sea posible.

El tiempo se escurre y un día descubres que se te fue la vida y no te quedan ni fuerzas ni deseo de cambiar. Todavía hay tiempo, aprovéchalo.

Escrito por Verónica Galla

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Del libro Reflexiones

6 de Julio 2015.

 

 

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