Hay personas que si no entienden lo que les decís con una mirada, tampoco lo harán con la mejor de las explicaciones. Una mirada no son unos ojos sino la forma de mirar con éstos, que no es más que la seducción. La forma de mover los párpados, como dejarlos entreabiertos o mirar hacia otro lado, es un acto de cortejo. Con la mirada pretendemos atraer la atención de quien nos interesa, que se fijen en nosotros y se queden prendados de nuestros ojos. La mirada no necesita palabras, se vale de su propio vocabulario, es su lenguaje para incitarnos a quedarnos con ellos. La mirada siempre busca otra mirada, su cómplice que terminará en una aventura, romance o tal vez en una historia de amor.
Las flores se visten de atractivos colores, las aves con sus plumas y algunos animales con sonidos que llaman al apareamiento. La mirada no es más que una llamada a los instintos y de ahí se pasa a otros momentos, progresando para juntar dos cuerpos y dos almas. Es tan complejo su lenguaje que aviva el ritmo del corazón y anula la razón. Dejarte llevar por la seducción de una mirada, te conduce a un paraíso de emociones, se sentimientos incontrolados, que alimentan la llama del amor que está en el corazón.
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