Existe una basura emocional: es producida en las usinas del pensamiento. Son dolores que ya pasaron y ahora ya no tienen ninguna utilidad.
El guerrero de la luz se concentra en los pequeños milagros de la vida diaria.Si es capaz de ver lo bello, es porque trae la belleza dentro de sí, ya que el mundo es un espejo y devuelve a cada hombre el reflejo de su propio rostro. Aun conociendo sus defectos y limitaciones, el guerrero hace lo posible por mantener el buen humor en los momentos de crisis.
Al fin y al cabo, el mundo se está esforzando en ayudarlo, aun cuando todo a su alrededor parezca decir lo contrario.
Existe una basura emocional: es producida en las usinas del pensamiento. Son dolores que ya pasaron y ahora ya no tienen ninguna utilidad. Son precauciones que fueron importantes en el pasado, pero de nada sirven en el presente.
El guerrero también posee sus recuerdos, pero consigue separar lo que es útil de lo innecesario; él se desprende de su basura emocional.
Dice un compañero: “Pero esto forma parte de mi historia. ¿Por qué debo abandonar sentimientos que han marcado mi existencia?”
El guerrero sonríe, pero no intenta sentir cosas que ya no siente ahora. Él está cambiando, y quiere que sus sentimientos lo acompañen.
El adversario es sabio.
Siempre que puede, hace uso de su arma más fácil y efectiva: la intriga. Cuando la utiliza, no necesita hacer mucho esfuerzo, porque otros están trabajando para él. Con palabras mal dirigidas se pueden destruir meses de dedicación, años en busca de armonía.
Con frecuencia el guerrero de la luz es víctima de esta celada. No sabe de dónde viene el golpe, y no tiene cómo probar que la intriga es falsa. La intriga no permite el derecho de defensa: condena sin juicio previo.
Entonces él aguanta las consecuencias y los castigos inmerecidos, pues la palabra tiene poder, y él lo sabe. Pero sufre en silencio, y jamás usa la misma arma para atacar a su adversario.
Un guerrero de la luz no es cobarde.