Mi primer embarazo fue muy joven, a mis dieciocho (18) años me enamoré con la fantasía de que estaba viviendo mi gran historia de amor, muy idealizada a las novelas de amor con un final feliz. Lamentablemente, no fue mi caso, me casé con el padre del bebe antes de que la sociedad notará mi barriga; durante mis dieciocho (18) años de matrimonio con una autoestima baja y un auto-concepto personal negativo, me sentía merecedora de las agresiones físicas y psicológicas que recibía de mi pareja. Porque pensaba que, al haberme embarazado tan joven había defraudado a toda mi familia. Pues bien, erradamente decidí con una gran inconsciencia emocional y muy poca experiencia ¡Vivir en un absoluto silencio! los momentos más tristes de mi vida. Manteniendo la creencia familiar que, si te casas es hasta que la muerte los separé. Creyendo esto así, pensé que sí tenía un segundo hijo y lo apoyaba a él hacerse Santo (religión de la Santería) eso mejoraría nuestra relación matrimonial, solo funciono durante mi embarazo y hasta que el niño cumplió su primer año de edad. Era también, el mismo año de su yaboraje. Luego al finalizar su año de yaboraje, él se volvió más fanático de su religión y se metió en otras religiones parecidas; fue allí donde su conducta con nosotros se convirtió peor.
El miedo aumento en mí. La primera idea tardía que se me ocurrió, fue asumir mi responsabilidad y transformar mi miedo en fuerza. Entender que tenía que gritarle al mundo ¡Qué yo existo! Pedir por primera vez ayuda e irme de la casa con mis hijos. La idea complemente fácil. ¡Lo fuerte! Cuando me atreví hacer todo eso ¡Lo más valioso! Que grite con valentía otra vez al mundo ¡Basta, que por amor a mí y a mis hijos, me liberó! Esa declaración de amor propio, cambio mi vida totalmente. Después de dos años, logré divorciarme. Durante ese tiempo, me preocupe en trabajar mucho por mi ¡Amor Propio! Tenía muchas heridas que sanar, comencé con el reencuentro conmigo misma, librándome de mis apegos emocionales y materiales, lo que me motivo a conectarme con la resiliencia y el perdón. Así fue que decidí iniciar mi formación como Coach Profesional y Consteladora Familiar, en las excelentes escuelas de mí país, con grandes Maestros.
Fueron unas fuertes enseñanzas de vida, con una absoluta transformación de mis pensamientos y creencias limitantes. Era asumir el reto de reabrir nuevamente mis heridas emocionales, para cerrarlas con una mejor costura y así poder ayudar a otros, desde mi amor y confianza. ¡Eso me conecto nuevamente con la vida! Entendí que ser feliz, es una decisión y se requiere de un trabajo personal constante, con mucha consciencia en el presente para serlo y sentirlo genuinamente. Evitando caer en el error, de simplemente parecerlo.
¡Estoy lista! haciendo realidad mi sueño de contar mi historia, para ayudar a otras mujeres que estén viviendo una historia parecida a la mía, honrando con humildad la mujer hermosa que soy, aprendí adquirir más herramientas y decidí transformar la historia de mi vida, en una realidad más ¡Positiva! Con gratitud del regalo que me dio, mis dos hijos varones, como familia sanamos nuestras heridas. Comprendimos que somos capaces de aprender de nuestra historia y entendimos que todas esas duras experiencias, estuvieron perfectamente bien hechas ¡Aunque en ese momento, no lo entendíamos! Esa historia, nos vino a mostrar lo importante de valorarnos a nosotros mismos y amarnos totalmente sobre todas las cosas. Estar conscientes, que los limites personales son importantes, para cuidar y proteger nuestra autoestima. Aprender a decir ¡No! Sin sentirnos culpables y darle un ¡Sí! A construir la vida de sueños, que deseamos.
Desde entonces, mi primer ¡Te amo! Es mirándome a un espejo, todos los días con la intención de perdonar mis errores, recordando que soy humana, que equivocarse es parte de la vida, lo importante es haciendo y no sentada lamentándome. También, abrazarme fuerte y abrazar a la vida, valorando mis esfuerzos, mi trabajo, sintiéndome merecedora de mis éxitos. Estoy clara que somos seres humanos fuertes, solo que a veces se nos olvida, ante cualquier situación que nos pueda generar miedo. Jamás volveré a olvidar ¡Mi valor como Mujer! Ni la hermosa sutileza de ser una madre amorosa, con más herramientas positivas para guiar a mis hijos y permitirme en confianza a ¡Rescribir mi historia de mujer!
Ganadora mención:
María Eugenia Ramírez Flores
Venezolana
Gerente de Alianzas Estratégicas en una Fundación, sin fines de lucro.