Aprendí que las feas son más aceptadas, no porque las apreciaran, sino porque no eran competencia; eran las olvidadas, las menos, las estúpidas, las no requeridas, por lo tanto no había que exiliarla del grupo.
Aprendí que las feas son mas aceptadas, no por que las apreciaran, sino por que no eran competencia; eran las olvidadas, las menos, las estúpidas, las no requeridas, por lo tanto no había que exiliarla del grupo.
Este fue mi único escape para sobrevivir en un mundo donde resulte ser un peligro para todos aun sin saberlo.
Hoy de adulta me pregunto qué clase de niña fui yo, para analizar y entender esto a los nueve.
Me alegra de esto, que no tome una decisión tan rara a los nueve, años por tonta, solo por hábil, como un arma letal de supervivencia.
Me alegra saber que mi alma fue tan fuerte para torear con niños henchidos de una sociedad mediocre que te castiga y te odia solo por ser bella o sencillamente por ser diferente, diferente en forma de pensar, en físico, en creencias, pero sobre todo por tener la potestad de creer en lo que piensas.
Me alegra haber vivido en un mundo donde mis diferencias me hicieron usar mi cerebro de niña como adulta, pero aunque no recuerde, no creo que mis días debieron haber sido fáciles, pero sí recuerdo que tuve que inventar que no era bella, que no fui inteligente, solo para los mediocres fueran felices y no me hostigaran; que caro pague haber sido diferente de pensamiento, alma y estirpe.
Con el tiempo todo paso, llego la vida, vino el amor y olvide el hastió, me sentí adulta y en verdad pensé que todo aquello fue juego de infancia, mucha confusión de mi cerebro de niña, que nunca aprendió como en verdad era la vida, que no entendió las voces de la calle, el grito persistente y necio de una voz que no entendía, una voz encorvada y obliga a callarse.
Me sentí reina y princesa de mi vida, patrona de mi estancia y amante de la vida, fuente propia de la dicha bañada con el beso puro de una madre.
Llego ese beso que doblo mis rodillas, el abrazo que me obligo olvidar al mundo, y la confianza en el amor que me hizo cerrar las puertas a los corrientes.
Llego ese beso que en su saliva traía consigo, la soga recóndita de un alma que podría creer en el amor, no en la gente, pero si en la fuerza del amor; el amor que te despierta, que te embulle y te deja libre, el que despeja tus instintos y hace de ti una felina amable, salvaje, y dueña de si misma, ese que te corona y te hace beber cántaro a cántaro el ser que destila por él.
Ay niña ay niña aquella que llevas en el alma, la linda princesa que con muchos años no logro entender que sigues viviendo en el mismo mundo de mediocres que te hizo adulta en la infancia.
Ay niña, ay niña, el verdadero amor, solo fue una barca, un premio espiritual para salvar tu alma.
Ay niña ay niña, eres mi esencia mujer, hecha de amor, con alma de gaviota y rencor poblado de pasión, débil por decisión cuando de intriga se trata, y fiera por instinto cuando debo amparar lo que amo y lo que quiero.
Mujer, mujer en este recorrido todavía no aprendes que el alma duele y que los indiferentes son extraños, que tu voz dulce lastima a muchos y tu valentía es un desafío para los demás.
Mujer dulce mujer,tan bella y tan dolida que cada día en ti nace, mas aferrada a su aliento, al resuello que evoca el olor de tu piel, al aire fuerte y que como raíz de valeriana duerme en ti; no puedes y aunque quieras adormecer la niña sagaz que reposa, el sentido clarividente que se revuelca en tu ganas de luchar.
Tu niña ingenua, no te abandono, se quedó clavada, orillada en las afueras, como diablo sabio y consciente de que la batalla es solo parte del vivir, ay niña, ay mujer, aquí nos quedamos entumecidas en un mundo donde no pertenecemos, donde solo nos alejan las alas del valor, de nuestro miedo a entregarnos a oscuros criterios que solo tiene como gobernante su propio medio a ser inferior.
Tomado del libro reflexiones
Verónica Galla
Del Libro reflexiones
Instagram @ Vegallas
18 Feb 2015