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DE REGRESO A CASA.

DE REGRESO A CASA.

Quizás no ha sido mucho tiempo desde este gran cambio, aun así para mí ha sido una eternidad.

…Un buen día, quizás sin darme cuenta las cosas empezaron a tomar un rumbo distinto; Quedarme sin trabajo fue el primer paso y aunque crónica de una muerte anunciada y como desde siempre confiada estaba en que el mañana sería mejor, seguí avanzando, sin dar mucha importancia a lo que posteriormente sería el despojo total de “todo aquello” que afectaba mi rumbo.

Pasado los meses, empezó a llegar la incertidumbre, pruebas, situaciones sentimentales, emocionales, enfermedades; sumadas a una gran creatividad que trajeron consigo las más deliciosas galletas.

Persistía y persistía e igual algo faltaba, y cual piedra pesada sobre mi espalda, avanzaba dos pasos y sentía hundirme; Y fue así como de repente, lo que debió ser una estadía temporal desde mi punto de vista, de a poco se convertía en aquel refugio donde misteriosamente me llevaba el destino.

…Inquieta, ansiosa, angustiada y a la vez esperanzada vi pasar algún tiempo, el cual transcurría a la velocidad de un rayo.

Pase alrededor de 14 años de mi vida en la Capital de mi país, ciudad aquella que hice mía con cada experiencia vivida allí; En ella indudablemente aprendí las más significativas lecciones: salir de la falda de mamá, aprender a defenderme, comunicarme, andar sola, salir temprano de casa, llegar tarde, tener de todo y disfrutar nada, encontrar grandes amigos, reír, llorar, así como asumir el reto de ser madre,  motivo último que propicio generalizadamente, en mi opinión  “el regreso a casa”.

A partir de ahí quedó atrás todo lo que yo consideraba plenitud: amigos, proyectos y logros laborales, lugares favoritos, y muchísimos recuerdos.

Regresé entonces a mi pueblo natal, el cual representaba para mí solo aquel lugar donde había nacido, en donde mi familia me esperaba entre meses y en el cual siempre alegaba sentirme extraña; era solo un lugar para descansar en ocasiones, pues mucho distaba de la socialización entre aquellos amigos de infancia y de la gran ciudad en donde todo estaba a mi alcance y en ésta a duras penas podía encontrar un centro comercial.

Nada fácil, dejar atrás tanta civilización para regresar a la vida de un pueblo modesto; sin una larga fila de autos, sin trenes, sin el mar y un gran mirador en donde podía disfrutar del más maravilloso paisaje y la mejor conversación entre amigas y café. Extrañaba todas mis actividades de rutina, y estaba “segura” de que pronto volvería a retomar el disfrute y deleite de mi ciudad favorita.

Para mi sorpresa el destino había cambiado mis planes, y luego de grandes intentos, decisiones, angustias, cual avión en picada, todo parecía cuesta abajo y conforme aumentaban mi duda, y a la vez mi esperanza, también con ellas las situaciones necesarias para probarnos lo fuerte que podemos llegar a ser; pues mientras más intentaba zafarme y darme la vuelta a la que yo consideraba “mi ciudad” entiéndase la Capital, más me acercaba a aquel lugar en donde al parecer debía regresar, a casa.

Me sentí confiada y a la vez aterrada tras el confrontamiento de saberme tan pérdida y fue así como a través de sollozos se limpiaron mis ojos y pude ver con mayor claridad aquella gran carga que había decidido llevar, olvidándome de mí.

Me detuve y respire, me descubrí.

Mi vida era mucho más que aquella gran turbulencia metropolitana. Fue entonces cuando convencida, limpié los cristales con los cuales había estado observando mi vida hasta el momento en que exclamé: “no soy perfecta” y me permití dejar fluir. Entendí porque había sido necesario despojarme de todo aquello que tanto pesaba: ira, dolor, amargura, angustias, cargas ajenas…

Comencé entonces a acercarme decididamente a ese yo interior, por y para la cual había sido procesada…Y pude ver el don de la gratitud y aprendí a dar gracias, en todo y por todo!

Sin embargo, en ocasiones no me sentía tan plena y a gritos forzados escuché mi alma decir: ¡es demasiado, no puedo más!… Pero una vez más retomé fuerzas, tracé un nuevo camino y empecé entonces a reconocer mis nuevas amistades, la felicidad de mi hijo en este nuevo entorno, la calidez familiar, así como nuevos proyectos y talentos descubiertos.

Fue pues así, como volver a conocer y enamorarme de lo que allí había encontrado no fue tan difícil, aquel lugar donde el destino me regresó –casi a la fuerza y muy a mi pesar, aquel lugar preparado de la forma más hermosa: nuevos amigos, confidentes, colegas, cómplices, hermosos lugares, etc. y contemplé cada día como si fuera el último y empecé a mirar un nuevo amanecer, a sentir gozo en cada respirar, encontré paz.

Aprendí a vivir agradecida, pues aunque muchos de mis sueños los vi dejado atrás, olvidados y en el peor de los casos desmoronados, pude aprender a mirar de una forma diferente aquel lugar frío, aburrido y absurdo para mí; con una fiesta armoniosa de colores, sonidos, aromas y propiciar entonces poner lo que hiciera falta para que este regreso a casa fuese lo más apropiado y armonizado posible, aprovechando cada oportunidad convencida de florecer sea cual sea la circunstancia que la vida nos presente. Disfrutando plenamente mi REGRESO A CASA.

 

Autora: Yubelkis Alt. Castillo Fernández

Monseñor Nouel Bonao.

Ganadora del 3er Lugar (compartido con otra concursante) en el Concurso Historia de Mujer, Patrocinado por MujerContigo.com

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2 Comments

  1. Yubelkis Castillo

    Gracias por la oportunidad!! Cada mujer tiene mucho que contar. Animo mujeres, agarra lápiz y papel, de seguro tienes algo que decir también.

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