Por Cecilia Vajello.
Si echamos un vistazo por alguna ventana podremos ver cómo la agresividad está presente en nuestras vidas: en los desesperantes tapones o los conductores imprudentes e irrespetuosos, en el colegio cuando hay niños que son acosados y maltratados por sus compañeros, en las familias cuando el padre o la madre golpea a sus hijos porque “una buena pela dada a tiempo evita futuros problemas”, cuando una mujer es golpeada por su pareja, o cuando un hombre, una mujer, un niño o una niña es herido/a de por vida física y emocionalmente víctima de violencia sexual o atraco, cuántos otros ejemplos podríamos dar…
Por otro lado, qué es lo que normalmente aprendemos? Desde pequeños nos enseñan a que tenemos que defendernos: si somos varones no podemos dejarnos pegar sin devolver el golpe, o si alguien nos grita improperios, tenemos que responderle con palabrotas mayores, si alguien me da un empujón yo le doy otro más fuerte, es decir, aprendemos que a la agresividad que recibimos tenemos que devolver eso mismo: agresividad.
Pero, será ésta realmente la forma más efectiva de manejarnos y que nos hará bien aportando algún tipo de crecimiento en nuestras vidas? Y qué hay del énfasis exclusivo que damos a la víctima olvidando que muchas veces el agresor mismo ha sido sometido a la violencia en algún momento de su infancia? Qué pasa con mis valores al ser pisoteados y mi autocontrol?
Frente a tantas interrogantes hoy hay esperanza… Sobre todo para mí que soy mujer… que soy adolescente… que soy niña… Hay muchos caminos que me muestran que sí es posible hacer un cambio en la sociedad marcando una diferencia porque frente a una amenaza o una agresión puedo ser capaz de responder sin violencia, puedo ser capaz de defenderme teniendo el control de la situación. Hoy quiero presentarte uno de esos caminos, se llama AIKIDO, arte marcial japonés fundada por Morihei Ueshiba O´Sensei, quien descubrió una filosofía de vida que enfatiza un camino de amor y compasión tomando en cuenta al agresor cuando al ser atacados por éste, podemos utilizar su propia fuerza para zafarnos sin herirlo.
Cuando cuento con el Aikido como complemento de mi vida, ésta comienza a tener otro sentido: Tanto mi salud, como mi desarrollo personal, mi disciplina mental, mi carácter se benefician, haciendo de mi alguien más segura de sí misma, se refuerzan mis valores y por ende mi autoestima, se profundiza mi espiritualidad al entrar más en contacto con Dios, lo que repercute en el entusiasmo hacia el logro de las metas que dan sentido a mi vida.
En el Aikido voy en la búsqueda de un reto conmigo misma porque no existe la competencia frente al otro que tan comúnmente prevalece en otras artes marciales o situaciones de nuestra existencia. Por lo mismo prevalecen en mí valores como la honestidad, autenticidad, deseo de superación y de entrar en contacto con esa espiritualidad que forma parte de nuestra esencia como seres humanos haciéndonos ganadores en el terreno del dominio de nosotros mismos.
Tampoco es una disciplina que anda en la búsqueda de la pelea, todo lo contrario! Se fomenta el evitarla y solo llevarla a cabo cuando es necesario y sobre todo, evitando hacerle daño al agresor, por lo que se promueve el respeto, la tolerancia, y comprensión del otro.
Estas son algunas razones de por qué el Aikido es conocido como EL ARTE DE LA PAZ…
Por eso te invito a darte una oportunidad, a demostrar esas habilidades y talentos que llevas dentro y que solo esperan a que les permitas salir para hacer volar tu esperanza hacia un mañana mejor al ser tú una mejor mujer, un mejor ser humano. Si ya lo decidiste, pasa por la escuela de Aikido, mi niña practica en esa escuela que esta ubicada en la Avda. 27 de Febrero esq. Carmen Mendoza de Cornielle, que tiene excelentes referencias) donde podrás conocer más sobre esta arte marcial.
Te mereces crecer y aprovechar la vida al máximo! Anímate a conocer El Arte de la Paz!
Que hoy sea para ti un día grandioso,
CecileVK