Se llama hijos emperadores, a aquellos que son sumamente egocentristas (solo piensan en ellos), los cuales dominan a los padres y en algunos casos llegan a agredir de manera verbal y/o física a los mismos; con mayor frecuencia a las madres. La característica fundamental de estos chicos es la ausencia de consciencia.
Este síndrome se va desarrollando desde la infancia hasta la adolescencia, donde en la misma las conductas disruptivas pueden incrementarse, por el poder que a través de los años este adolescente ha ido adquiriendo en su entorno familiar y social.
Entre las características de estos niños se encuentran:
· Pensamiento de que todo le corresponde y hay que dárselo.
· Baja tolerancia a la frustración (cuando se les niega algo pueden tender a agredir con insultos, ataques de ira, rabietas, pudiendo llegar a agredir físicamente).
· Dificultad para el desarrollo de las emociones morales, como la empatía, amor, compasión, solidaridad, bondad.
· Justifican sus malas conductas o se las atribuyen a los otros.
· Les cuesta aceptar las normas y respetar las figuras de autoridad.
· Incapaces de tolerar un no por respuesta.
· Dificultad para la adaptación y la interacción social, porque siempre quieren ser el centro, que todo gire alrededor de ellos.
De manera clínica, este síndrome, tiene muchas características con el llamado Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) y algunos autores suelen unirlo (alta comorbilidad) con el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH)
Es común ya en nuestro país, en la consultas de psicología infantil, que los padres manifiesten su preocupación que los hijos presenten las conductas típicas de este trastorno, pero en la mayoría de los casos las conductas de agresividad se manifiestan de manera verbal pero no física.
Cuando me han llegado a consulta, el protocolo implementado incluye la evaluación completa del niño, con un equipo multidisciplinario (psicólogo, psiquiatra infantil y/o neurólogo pediátrico) ya que cuando existe un trastorno de conducta, no solamente podemos valorar la parte emocional del niño, antes que eso y quizás de mayor importancia es determinar que clínicamente (físicamente), no hay nada que está provocándola. Luego de la evaluación se trabaja tanto con el niño como con la familia, para ayudarlos a crear un entorno donde hayan reglas claras y estructuradas, acompañado de un ambiente con buena comunicación y afectividad.
Entre las señales de alerta que debe de tener un padre se detallan:
· Niños que les cuesta trabajo cumplir con las reglas y de forma abierta o pasiva se niegan a cumplirlas.
· Los padres notan que las consecuencias no cambian su conducta, no muestran arrepentimiento por sus malas conductas, siempre se quieren salir con las suyas.
· Dificultades en las interacciones sociales, por siempre querer imponer su voluntad.
· Poco respeto y reconocimiento de las figuras de autoridad (padres, maestros), entre otras.
Las conductas agresivas en los niños es una conducta aprendida; un niño que llegue a agredir a los padres es resultado de posiblemente vivir en un ambiente donde los límites y reglas no están establecidos o son sumamente difusos o inconsistentes, donde posiblemente las conductas agresivas y de maltrato por los padres están presentes, donde no ha habido una regulación emocional y el niño aprende que la mejor manera de resolver los conflictos es a través de la agresión.
En nuestros tiempos creo que hemos pasado de sistemas sumamente rígidos con los hijos, donde el niño no tenía ni voz ni voto en casa, al extremo opuesto, donde los adultos les damos demasiada permisividad a los niños.
Pudiera ser la forma de “compensar” el hecho del poco tiempo que pasamos con los niños que pensamos que cuando estamos con ellos los tengo que complacer, darle una “mejor vida” que la que quizás tuve?. Un ejemplo muy sencillo de esto, es que antes en los hogares se hacía una comida para toda la familia y todos debían de comer lo que había, ya no, ahora se le hace un menú a cada niño, porque “si no se le hace lo que el pide no come”, si salimos a comprar algo y el hijo se antoja, se lo damos para no pasar vergüenza o que se tranquilice. Los niños necesitan límites claros, necesitan saber que los padres son los que mandan, que no somos iguales, que los padres tienen una posición de autoridad que me guste o no tengo que respetar, que si en casa lo que hay de comer es arroz con vegetales, eso es lo que me toca comer, que si no lo cómo, más tarde cuando me de hambre, esa comida es la que me espera no unas galletas, cereal o algo de su agrado.
Otro de los factores que más afecta, es la discrepancia de la educación en el hogar. Cuando los padres viven juntos, muchas veces no se ponen de acuerdo en las reglas, y en nuestro país no solo los padres, los abuelos, tíos y familias cercanas que en muchos casos son los que cuidan a los niños, mientras los padres trabajan, donde uno dice algo y el otro dice otra cosa, donde el niño siempre se sale con la suya porque alguien lo complace y que no aprende del no, que una acción trae una consecuencia y que hay cosa que aunque las quiera no las podre tener.
Para prevenir es importante que se trabaje:
· Reglas claras, (como padres no siempre estaremos de acuerdo con el otro, pero conversarlo JAMAS delante del niño).
· Cuando se le diga que no a algo es NO, sin importar que pase o quien intervenga.
· Ser consistentes con las reglas, si hoy no te permito hacer algo, mañana tampoco.
· Desde pequeños, acorde a la edad, darles responsabilidades en la casa (no solo que estudie) y seguimiento para que las cumpla.
· Trabajar la empatía en el niño, la solidaridad, el afecto, y lo trabajamos dándoselo a ellos.
· Enseñarle al niño el respeto por las cosas de los demás, si quiero algo lo debo pedir y si me dicen que no, no debo forzar para que se lo den (ni siquiera a un hermano).
· Que aprendan a respetar a los adultos, desde la forma de referirse a ellos, de usted, señor, hasta a mirar a los ojos y, aunque no me guste lo que me dicen, escuchar.
· Un juego, un gusto no sustituye la presencia del padre, si no paso mucho tiempo con mi hijo (a), en vez de llenarlo de cosas materiales para compensar, trate de hacer un esfuerzo y buscar tiempo para compartir,
· Hablar, hacer ruinas familiares, interesarse por ellos, por lo que les pasa, lo que piensan y sienten.
· Y lo más importante es dar amor con límites claros!
Lia Biaggi Sangiovanni
Psicóloga Clínica
Especialista en Psicoterapia de Niños y Adolescente
Centro Vida y Familia de Ana Simo