A que huelen las personas especiales
Las personas especiales huelen a sencillez, a una ausencia de postura, huelen a unos brazos abiertos para dar.
Huelen a espontaneidad…
A un ven que yo te espero,
A sonrisa cuando amanece, a “Hay un pan caliente en la mesa” huelen a posteridad, a un siempre estaré en tu vida.
Esos seres especiales son los que pasan por tu vida sin imponerte nada y cambian muchas cosas de tu vida con muy pocas palabras y muchos gestos que se pierden pero no se desvanecen.
Estos son los impredecibles, no por bipolares, si no por que ya no creemos en la gente.
Y luego llegan ellos, con su carcajada al aire, su porte natural y su candor de niño, como si nunca lo hubieran herido. Tal como si no vinieran de este mundo, y así arrullados en su mundo solo nos queda pensar “Este debe de estar loco”
Son esos infames que te roban la amargura, se llevan la tristeza, sin pedir el más minino permiso, esos mismos son los que abrazan como lluvia tibia, sin esperarlos, sin asustarte, sin prevenirte.
Son los llenos de carbohidrato espiritual, los que te quitan el ansia, los que te dejan saciados, los que te rompen la dieta de la vida, del día, de la angustia, de las rutinas.
Son los que huelen a mantequilla recién hecha, a paz, a chocolate de agua.
Eso son los esenciales, lso que preciso, los que me urgen, los que me importan, los que quisieran nacieran y murieran a mi lado.
Esos desnudos, son los que quiero.
Del libro reflexiones de Verónica Galla