La felicidad empieza muy temprano, empieza con la madre y se sigue manteniendo en la relación con ella. El camino de la felicidad se interrumpe cuando perdemos el contacto con la madre, hay mil complejidades sicológicas que nos impiden llevar la comunicación con ella a la adultez.Muchas relaciones con la madre están bloqueadas porque tenemos expectativas con respecto a esa persona que va más allá de lo que se puede esperar de un ser humano; si la madre fuera la ideal, nosotros no seríamos capaces de vivir, no tendríamos la fuerza para vivir. Somos capaces de vivir porque nuestra madre tiene errores. Eso es lo que nos introduce en la verdadera vida, o sea, amamos a nuestra madre así como es, tal cual como es, y así nos volvemos felices.
Un hijo/a que está perdonando, está acusando al mismo tiempo a su madre, se está poniendo por encima de ella, y pierde a su madre, su suerte y su felicidad. Todo lo que sucede en cuanto la puedo aceptar, decir que sí, así como fue se convierte en una fuerza; en cuanto la rechazo o la perdono quedo débil, me pongo por encima y la vez quedo pequeño”…
–Bert Hellinger