No podemos ver las estrellas con la luz de nuestro mundo cotidiano. Pero, aunque no las veamos, las estrellas siguen ahí. Hay un universo que continúa moviéndose, infinito, atemporal, en continua expansión, del cual formamos parte. Comprender esto intuitivamente, contemplando un fragmento de cielo nocturno, antes de caer de nuevo en el sueño, puede ser similar a lo que el estudiante zen persigue en la meditación: ese momento de iluminación repentina en la que se experimenta ‘La visión del Tao’…”
–Jean Shinoda Bolen, “El Tao de la Psicología