“Conserva en tu vida aquellas personas que llegan para hacer de ti una mejor persona”
Una frase muy sabia, porque a lo largo de nuestras vidas encontraremos cientos de personas. Entre las numerosas personas que veremos desfilar, habrá de todo: El sincero, el parlanchín, el deshonesto, el malhumorado, el virtuoso… Entre todos ellos, aprenderemos a seleccionar a quienes nos llamen la atención por sus cualidades o por empatía. Lo más importante de ese trato, de esa convivencia con tantas personas diferentes, es que, sin excepción, cada una de ellas será para nosotros un maestro que nos dejará un aprendizaje.
Aprenderemos que existe un grupo: Familiares (hijos, padres y hermanos)
que siempre nos acompañarán, y de los cuales es casi imposible apartarnos, porque nos llegan en orden divino… Todas las demás personas que encontramos en nuestro camino son elegibles (amigos, compañeros de trabajo, jefes, vecinos, parejas sentimentales, con quien casarnos, etc.) Dependerá de cada uno de nosotros escoger quién será nuestro maestro.
Tengamos presente que pueden aparecer en nuestras vidas personas en “segunda oportunidad”, personas que tal vez hicieron todo para perdernos… Posiblemente nos defrauden nuevamente. Ese tipo de experiencia nos enseñará que es mejor apartarse de los círculos viciosos. Siempre aparecerá, en algún momento, alguien que nos deba una disculpa, el punto importante es que ya no nos importe… Ya habremos dado gracias por la experiencia. Aprenderemos que la soledad no es excusa para frecuentar a quienes nos han maltratado, personas que no merecen nuestra atención.
La experiencia nos enseñará que no es necesario atraer a nuestro entorno a muchas personas, que esos maestros llegan en el momento preciso. La experiencia también nos enseñará que aquéllos que ya no están a nuestro lado tal vez cumplieron su misión con nosotros, o nosotros con ellos.
Si sentimos deseos de saber de alguien, significa que es importante, que por algo existe en nosotros ese sentimiento, aprenderemos a buscarla, a comunicarnos con ella porque luego puede ser tarde.
De nuestras experiencias aprenderemos que el centro de nuestra existencia somos sólo nosotros mismos. No centraremos nuestra vida en nadie más.
Aprenderemos que para una mejor calidad de vida no tenemos necesariamente que interactuar con todo el que nos rodea, podemos escoger a las personas que consideremos de sentimientos nobles, aquéllas que siempre tienen algo positivo que decir sobre los demás, aquéllas que no ofenden de palabra u obra, quienes no maldicen y prefieren guardar silencio cuando la situación se presenta incómoda. Aprenderemos a protegernos, guardando distancia, cordialmente, de aquéllos que nos causan malestar o inquietud. Aprenderemos a vivir, convivir el día a día con quienes nos toque en cada momento, dando Gracias por todas las experiencias vividas.
Somos Luz, atraigamos personas de luz para iluminar nuestras vidas!
L. CEDEÑO S.
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