“Me encontré con este escrito y me encanto, sus palabras llanas y simples nos hacen recordar que debemos tomar el sarten de nuestras vidas por el mango” Verónica Galla
¡Sal de tu zona de confort, carajo!… Qué sabroso es ver televisión en tu sofá favorito, con el aire acondicionado a la temperatura perfecta, teniendo a mano el celular, los controles remotos, una cerveza bien fría y en ropa fresca. Te puedes llegar a sentir tan cómodo que pararte de allí, así sea para ir al baño, te da flojera. Es más, lo piensas mil veces y buscas excusas para no hacerlo hasta que ya no aguantas más y estás a punto de hacerte encima.
Eso es exactamente es lo que nos pasa en el día a día, más veces de las que nos damos cuenta. Nuestra zona de confort, como su nombre lo indica, es aquel ambiente en el que nos sentimos cómodos, relajados, tranquilos y, sobre todo, en el que tenemos una total sensación de seguridad, de que mientras estemos allí nada nos va a pasar, de que todo irá bien y, sin importar lo que suceda, allí estamos protegidos.
La verdad es que eso no es ningún sitio maravilloso. Sin darte cuenta estás en una cárcel que tú mismo creaste, estás preso en un lugar imaginario que crees que es el paraíso cuando en realidad te tiene atrapado dentro de paredes muy frágiles de las que puedes, pero no quieres, salir.
Y la razón por la que no quieres salir es simple: tu mente está jugando contigo, te está haciendo creer que si das un paso fuera de esa “maravillosa” zona de confort en la que está confinado, todo te saldrá mal, vas a tener problemas, vas a sufrir y que lo mejor, para evitar todas esas terribles cosas que te ocurrirán, es quedarte estático, inamovible, paralizado en esa pequeña celda donde estás escondido mientras la vida pasa a tu lado a toda velocidad.
Te entiendo perfectamente, eso le pasa a la mayoría de las personas, sólo unos pocos son capaces de utilizar el miedo a su favor para abrir esa puerta y salir a perseguir sus sueños; para que dejen de ser simples ideas y se conviertan en realidad y, si fallan, pues podrán decir “lo intenté”, “hice mi mejor esfuerzo”, y te aseguro que ellos, cuando lleguen a viejos no tendrán su mente llena de miles de lamentos e incógnitas que en su mayoría contendrán la frase: “¿Y si lo hubiese hecho?”.
Sal de tu zona de confort. En vez de sentarte a ver televisión, sal al parque, siéntate en la grama, ve a los niños jugar, a los perros correr, a las parejas de jóvenes sentir el primer amor, siente los rayos del sol en la cara, respira aire puro.
Es posible que creas que al apagar el TV y salir al parque te caerá un aguacero de dimensiones apocalípticas y eso te amilane. Quizás pienses que lo mejor es no ir, pero ¿realmente que eso pase es malo? Deja el móvil en casa y, si llueve, pues que llueva. Disfruta la lluvia, mójate de pies a cabeza, recuerda cuando eras niño y corrías por la calle totalmente empapado, fluye con la vida, llénate de nuevas energías.
Aplica eso para todo. Lánzate a la aventura de aquella empresa que siempre has querido montar, métete en el garaje a fabricar aquel invento que tiene años rondando tu cabeza, declárate a ese amor que siempre pensaste que te diría que no. Sal de tu zona de confort y ¡vive la vida!
Data: Enrique Vasquez