Te hice caso, te inventé y fui muy feliz
Me abandone a tu deseos, a sentirme amada, al calor de tu cuerpo y fui, mucho más feliz.
Reír contigo, reñir sobre cosas de las que siempre estuvimos de acuerdo, lleno mi vida de sabia armonía, me sentí completa, me sentí, perdida en un reencuentro donde sin darme cuenta bese mi propia alma.
Y aunque tu salida abrupta de mi vida, sin despedidas, sin motivos, me causo la rabia intrépida de quien no sabe cuál es la ruta de su vida o cuál es el camino del olvido, me sentí viva, descubrí el camino, encontré mi ruta, tu abandono, me dejo feliz, me mostró que seguía viva, que tus besos no eran nuevos, que no fueron los últimos, que de caricias tibias estaba lleno el mundo.
Abriste esa puerta que otro, dejo cerrada, preparaste el camino para que pudiera, reír a carcajadas, pero ahora, no desde el ama, si no, desde mi vientre.
Revoloteaste en esta mariposa, su vuelo interno de las hormonas muertas, de las fantasías negadas, del muro que con audacia llame “soledad elegida” y tú, nombraste “caparazón del miedo”.
Hoy, gracias a ti, soy tan feliz, por ser la escoba de dolores viejos, por ser alfombra de vuelos nuevos.
Hoy comparto esa alegría tonta y sin sentido que me hace tan libre, tan enteramente mía.
Esa luz tan divina que me crece día a día, que me lleva de patitas como cuando era niña y bailaba con el niño de mi sueños, con aquel Alejandro que tanto perseguía, hoy camino por las nubes risueña de reencontrar a la mujer que deje dormida, a la mujer que era tan dichosa sola como acompañada, y más afortunada cuando extiende su mano al regalo que trae cada día el universo… Sentirme viva.
Abro mis manos y doy las gracias por tenerte, por perderte, por lo que dejaste, por lo que te llevaste.
Verónica Galla
26 de enero 2017.
Instagram @Vegallas
Del Libro reflexiones
Foto: Vivian Muñoz