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Hábitos de vida saludables para mantenerse en forma.

Haga dieta o mas bien aprenda a comer saludable

En los últimos años, la dieta de los países desarrollados ha ido cambiando, siendo la proporción de grasas mucho mayor. En general, para una dieta equilibrada, se recomienda una proporción del 55-60% de hidratos de carbono, un 15-20 % de proteínas y no más de un 30 % de grasas. Para las personas con alguna enfermedad cardiovascular, se recomienda que las grasas constituyan menos del 30 % total de calorías, con menos del 10 % de grasas saturadas.

Cuando se consume mucha cantidad de alimentos ricos en grasas se favorece la acumulación del colesterol LDL, llamado colesterol malo, es decir, aquel que se va acumulando en los vasos sanguíneos en forma de placas de ateroma y que pueden producir su obstrucción. Esto da lugar a la aparición de problemas cardiovasculares como puede ser la angina o el infarto de miocardio. Las grasas de origen animal aportan un alto contenido de ácidos grasos saturados que dan lugar a un aumento del colesterol en sangre.

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 disminuyen el colesterol LDL pero también disminuyen el colesterol HDL (‘colesterol bueno’ porque elimina el exceso de colesterol LDL) y se encuentran en los aceites de maíz, soja, girasol, etc. Por este motivo se recomienda un uso moderado de ellos.

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, que se encuentran en las grasas del pescado, reducen los triglicéridos de la sangre (una cifra elevada de éstos también es perjudicial) y disminuye el colesterol LDL en personas con cifras altas de éste. Los ácidos grasos monoinsaturados reducen el colesterol LDL y aumentan o mantienen el colesterol HDL.

Este tipo de ácidos grasos se encuentran en el aceite de oliva. Los hidratos de carbono reducen el colesterol LDL, aunque no por esto se debe aumentar su consumo pues conduciría a un aumento de los triglicéridos. La fibra contenida favorece la movilidad del intestino aumentando el volumen y provoca la eliminación de los residuos. También se absorben menos las grasas con lo que se reduce el colesterol de la sangre. La dieta cardiosaludable debe prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares además de no perjudicar a las personas que las padecen.

Hay que prestar atención a otros factores que están muy relacionados con la dieta como son la hipertensión y la obesidad. Estos son factores de riesgo en los enfermos coronarios y actuando sobre ellos se repercute en la mejora de la salud cardiovascular. El consumo de sal se reducirá, se recomienda menos de 2,5gr por día, pues un elevado uso de este condimento ocasiona un aumento de la presión sanguínea. Se tendrá especial cuidado cuando se consuman alimentos precocinados o congelados, pues éstos ya traen añadida la sal y generalmente esta cantidad no se tiene en cuenta.

Las calorías que se consumen deben estar controladas pues un exceso de ellas puede conducir a la obesidad. Si el médico lo cree oportuno se comenzará una dieta hipocalórica para reducir el peso. En estos enfermos un sobrepeso es muy perjudicial pues se está sometiendo al corazón a una sobrecarga cuando éste presenta ya una insuficiencia.

Ejercicio

El hábito de realizar ejercicio físico moderado incrementa la salud del individuo proporcionándole muchos beneficios. Se mejora la circulación coronaria, y con ello se benefician los enfermos con isquemia miocárdica. El músculo cardiaco responde mejor al realizar ejercicio, aumentando su rendimiento. Un ejemplo de esto son los atletas que en situaciones normales (sin ejercicio) tienen una frecuencia cardiaca muy baja.

Se incrementa la flexibilidad de las paredes de los vasos sanguíneos pues con el ejercicio. Se produce una disminución del colesterol LDL y un aumento del HDL, con lo que las placas de ateroma no se forman. El ejercicio activa los músculos que necesitan más cantidad de glucosa. Así disminuye la glucemia,la presencia de glucosa en la sangre, beneficiando a las personas diabéticas.

Con la actividad física se necesita más energía para los músculos, esta se obtiene quemando las calorías que obtenemos con los alimentos. Si quemamos más calorías que las que tomamos, se produce una pérdida de peso. Cuando no se hace ejercicio y se lleva una vida sedentaria, el exceso de calorías que no se queman se almacenan en forma de grasa, con lo que se produce un aumento de peso. En los pacientes coronarios el exceso de peso hace forzar su corazón que se encuentra debilitado. La tensión arterial baja por lo que los hipertensos se verán beneficiados.

Se aumenta la capacidad pulmonar, y con esto llega más cantidad de oxígeno a los tejidos. Con el ejercicio se incrementa la densidad de los huesos, previniendo por tanto la osteoporosis. Se reducen los niveles de ansiedad y de estrés. El flujo sanguíneo periférico aumenta. Las personas que realizan regularmente ejercicio tienen menos probabilidad de desarrollar un cáncer. La actividad física aligera el paso de los alimentos en el colon, con lo que se absorben menos cantidad de grasas y se eliminan más sustancias tóxicas.

En general, se produce un aumento de la capacidad funcional de la persona, siendo el corazón uno de los beneficiados. Se previene la aparición de la aterosclerosis, practicándolo regularmente.

Adiós al tabaco

Fumar, independientemente del número de cigarrillos que se consuma al día, incrementa considerablemente el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, entre otras dolencias.

Dejar de fumar se presenta, pues, como una de las principales medidas a tomar cuando se quiere mantener sano el corazón. Y más aún si ya se ha sufrido algún problema cardiaco, como un infarto o una angina de pecho.

Pruebas diagnósticas

Electrocardiograma (ECG): Esta prueba permite conocer la actividad eléctrica que se produce en el corazón en cada latido. Al paciente, que debe acostarse boca arriba, se le adhieren unos electrodos en el pecho, tobillos y muñecas que recogen la actividad eléctrica del corazón desde cada uno de esos puntos. Este prueba sirve para estudiar el ritmo y la frecuencia cardiaca y se utiliza para diagnosticar algunas patologías, como cardiopatías isquémicas, arritmias o infartos. Además de ser una prueba sencilla y muy útil no implica riesgos para el paciente.

Test de esfuerzo (Ergonometría): En esta prueba se somete al paciente a una actividad física (bicicleta estática o cinta andadora) y se le monitoriza a través de un electrocardiograma. Además, se le toma la tensión arterial. Esta prueba es útil para detectar la existencia de una isquemia y valorar una arritmia. El objetivo es conocer el comportamiento del corazón en todas las situaciones, ya que algunos trastornos no son fácilmente detectables en estado de reposo. Además también suele utilizarse para cerciorarse de un determinado diagnóstico, controlar el efecto del tratamiento al que está sometido el paciente o, simplemente, comprobar la capacidad física de la persona.

Ecocardiograma: A través de esta prueba, que emplea ondas de ultrasonido, se puede obtener una imagen en movimiento del corazón. Permite controlar el estado de las cavidades, las válvulas, los vasos e incluso el ritmo al que pasa la sangre por el interior del corazón. Se suele emplear para comprobar el funcionamiento del bombeo del corazón y evaluar el estado de los pacientes que hayan sufrido un ataque al corazón. También se emplea en ocasiones, sobre todo para detectar una isquemia de miocardio, el ecocardiograma de estrés. En este caso, se realiza un ecocardiograma en reposo y se observa la contracción del ventrículo izquierdo. Después, se somete al paciente a una actividad física ligera (bicicleta estática) o se le administra un fármaco que aumente su frecuencia cardiaca para, mediante un nuevo ecocardiograma, valorar el funcionamiento del corazón cuando está sometido a un esfuerzo. Es un test que puede sustituir a la prueba de esfuerzo en pacientes impedidos o ancianos. En estos casos también se utiliza la gammagrafía cardiaca que se realiza con marcadaores radioactivos.

Holter-ECG: El holter es un sistema que funciona como un electrocardiograma portátil. El paciente ha de llevarla consigo durante uno o dos días para que registre el funcionamiento de su corazón durante su vida normal. Posteriormente, un especialista valorará los resultados obtenidos. Suele utilizarse para detectar arritmias difíciles de controlar con un electrocardiograma normal o para evaluar la respuesta a la medicación de una arritmia.

Cateterismo cardiaco: Esta prueba invasiva consiste en la introducción de un pequeño tubo hueco (catéter) en una arteria a través de la ingle o del brazo. Poco a poco se va haciendo avanzar este tuvo flexible por la aorta hasta conducirlo hasta el corazón (algunas de sus cavidades o arterias coronarias). Una vez en el lugar adecuado, se inyecta a través del catéter una sustancia opaca a los rayos X con el objetivo de hacer visible la zona en una imagen radiográfica. Es muy útil ya que aporta datos muy precisos sobre el funcionamiento del miocardio y permite observar claramente si hay un estrechamiento en alguna de las arterias coronarias.Es una prueba segura aunque tiene algunos riesgos ya que la sustancia que se inyecta puede generar una reacción alérgica, sobre todo en los alérgicos al yodo, o complicaciones mayores como ataque cardíaco, aunque éste rara vez se produce. Requiere el ingreso del paciente en un centro hospitalario aunque sea sólo durante unas horas desde que el procedimiento de realiza por la arteria del brazo.

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