Los test de embarazo miden la concentración de HCG (gonadotropina coriónica), hormona liberada por la placenta tras la implantación del embrión en el útero. La mayoría de los test de embarazo contienen una tira reactiva a la HCG; sólo hay que exponerla durante unos segundos al chorro de la orina (mejor si se trata de la primera de la mañana), para detectar la presencia de la hormona.
Si la mujer está embarazada, aparecerá una línea (o un punto) en la ventanita del resultado, como se indica en las instrucciones.
Si el resultado es positivo, se puede estar segura de estar esperando un hijo (los laboratorios farmacéuticos aseguran una fiabilidad del 99%). En cualquier caso, es mejor repetir el test de embarazo pasados unos días, con el fin de confirmar el resultado obtenido.