EL DULCE SABOR DE UNA COCINA
By Verónica Galla
Pocos lugares me traen tan lindos recuerdo como la cocina de mi casa, no por lo comí, más bien por la felicidad que me dejo marcada la cocina de mi madre.
Mi madre le encantaba servir grandes platos, tan grande como su sentimiento de saber que nunca nos pasara cerca la hambruna.
Su cocina, grande, llena de espacio donde cabíamos todos los que andábamos harapientos de hambre y desnudos de la incertidumbre de la escasez de la comida.
Su cocina, fue el centro de jaleo de nuestra alborotada familia, donde solía confundirse el sonido de una guitara y el tibio olor a café que se repetía con la facilidad con que cambiábamos de canción.
Esa y hacernos ropa, fue su forma de gritarnos cuanto nos amaba.
Ahora entiendo por qué mi empatía con sentarme en la cocina.
Tomado del libro Reflexiones
Instagram @vegallas
Foto: Doris Arroba